¡Música literaria en la primera infancia!

Por Gabriela Romeo

Un músico en estado puro. Así es como el colombiano Evelio Cabrejo-Parra, experto en lectura en la primera infancia, define al niño desde su nacimiento. Sensible a la modulación de la voz, el recién nacido se alimenta – desde el tercer mes de embarazo – del lenguaje, el verdadero patrimonio cultural de la humanidad.

Para el investigador, cada estilo literario funciona como una música a los oídos ya refinados del bebé. «Tenemos que dar al bebé la oportunidad de escuchar diversas canciones de la lengua, que tiene una amplia variedad de músicas. Pensemos, por ejemplo, en los diferentes estilos detrás de cada escritor, en cada estilo hay una canción diferente, y el bebé es sensible a esa variación de la musicalidad «, dice Cabrejo-Parra, director adjunto del Departamento de Linguística de la Universidad de París 7 – Denis Diderot.

Lea a continuación la entrevista dada a la revista Emília, en São Paulo.

A leitora Cecília Mantovani Villas-Bôas, em 29 de outubro de 2008, com 1 mês e três dias.
La lectora Cecília Mantovani Villas-Bôas, en 29 de ouctubre de 2008, con 1 mes y tres días.

Gabriela Romeo – En Brasil, todavía es muy reciente para hablar de la lectura en la primera infancia. La gente está muy preocupada con la alfabetización, pero no necesariamente con la introducción de los niños en el mundo de los libros y la literatura. ¿Usted podría explicar un poco acerca de la importancia de la lectura en la primera infancia, y del diferencial que el acceso, el contacto con los libros y la lectura representan  para la formación de los niños?

Evélio Cabrejo-Parra – La importancia de la lectura en la primera infancia no debe responder solamente a la angustia escolar que sienten todos los padres: si los niños van a aprender a leer, si van a tener más facilidad al momento de estudiar o no … Esta es una preocupación normal, por supuesto, y ser padre consiste en hacerse estas preguntas.

Sin embargo, la lectura en la primera infancia debe ser dirigida, yo hasta diría que, puesta entre las habilidades naturales del niño. El niño no es una «tábla rasa», como se solía decir en el pasado. Viene al mundo con muchas habilidades, sin duda, discretas, que uno tiene que observar para lograr ubicarlas. Yo diría que hay dos cuestiones fundamentales hoy día: «¿Cuáles son las habilidades naturales de un bebé?» y «¿Cómo podemos alimentar estas habilidades para asegurar que este bebé tenga un desarrollo normal?».

GR – Sí, pero sin que sea algo excesivo …

EC-P – Exactamente. Esto no se trata de querer asegurar un futuro intelectual. Los bebés tienen necesidades psicológicas que debemos alimentar; de la misma manera que se necesita del alimento natural para crecer, también es necesario un alimento para que se crezca síquicamente. Este es el papel de la lectura en la primera infancia.

Para comprender cuáles son las habilidades naturales, el lenguaje es una manera interesante de comenzar, pues un bebé viene al mundo con una capacidad de percepción auditiva muy, muy desarrollada. El bebé aún no habla, pero escucha, escucha, escucha! Él es un músico en estado puro, entonces tenemos que darle algo musical y, específicamente, la voz humana es una de las primeras cosas que el bebé aprenda a leer e interpretar. El bebé es muy sensible a la modulación de la voz, a la música de la voz. Así que debemos hablar mucho con un bebé, como si él entendiera, porque él es muy sensible a la musicalidad de la voz, y comienza a recopilar información acústica que almacenará en alguna parte y que más tarde se volverá a utilizar para emerger lentamente como un sujeto enunciador.

La lectura va en esa dirección en oposición al habla cotidiana. Tenemos que darle al bebé la oportunidad de escuchar varias canciones de la lengua. Porque el lenguaje tiene una amplia gama de la música; pensemos, por ejemplo, en diferentes estilos detrás de cada escritor, en cada estilo hay una canción diferente, y el bebé es sensible a esa variación de musicalidad. Luego, podemos leer poesía para los bebés, los textos literarios, debemos hablar mucho con ellos, hacerlos escuchar música. El bebé no es como el adulto – ya atado y encadenado por el contenido semántico de las palabras. El bebé, diría yo, llega al mundo y necesita satisfacer sus necesidades miméticamente.

GR – Así que el bebé debe tener acceso a una gran diversidad musical. Podría decirnos desde cuándo? Hablar de la primera infancia es un tanto amplio. Se trata de los primeros meses de vida? Aún en el vientre de la madre? Se puede leer las historias para el niño recién nacido o por nacer?

EC-P – Sí, porque el sistema auditivo se constituye entre el tercero y el quinto mes de embarazo. El feto empieza a procesar la información y se sabe que la voz de la madre le llega como una resonancia particular. Y los latidos del corazón también. Puede parecer un poco romántico, pero es así! Y el bebé almacena esa información y la utiliza al nacer. Distingue la voz de su madre de todas las otras voces a su alrededor.

Pero yo diría que lo que es importante para la formación del bebé es saber que él  necesita de todo lo que es rítmico, pues esto es algo que va a facilitar su crecimiento psíquico, psicológico.

GR – ¿Cómo elegir estas canciones? ¿Deben ser canciones de calidad?

EC-P – No hay necesidad de elegir demasiado. Cada idioma tiene un material específico diseñado específicamente para alimentar a estas necesidades psicológicas del bebé. Me refiero, por ejemplo, a las canciones de cuna, todos los idiomas las tienen. No hay un idioma sin ello! Se trata de un patrimonio antropológico contenido en todos ellos.

GR – Cantar para un bebé es parte de una antigua tradición, transmitida de generación en generación. Pero contar o leer un cuento a un bebé es algo nuevo. Y esta canción que no es la de cuna, sino la de un libro, esta variante es importante. ¿Usted puede explicar un poco la diferencia, si la hay, para el desarrollo del niño?

EC-P – La diferencia está entre la musicalidad de la lengua en la vida cotidiana y la musicalidad de un texto o una canción o una canción de cuna. Por ejemplo, hay un libro en Brasil – Quien canta sus males espanta [Caramelo] – que ilustra muy bien lo que estamos diciendo. En el título, ya hay una musicalidad, una especie de poesía, una sílaba que se repite. Luego, cuando uno abre el libro encuentra: «Mi sombrero, mi sombrero.» El balbuceo del bebé está contenido en el idioma. Todos nosotros nos construímos de esa forma.

Es por eso que estas canciones de cuna tan sencillas hacen parte del patrimonio cultural de una nación. Las abuelas las cantaron a sus nietos, los padres para sus hijos y así durante generaciones … Es una herencia muy profunda, enraizada. A veces no nos acordamos, pero cuando oímos a alguien cantar inmediatamente nos identificamos. Tenemos que darle eso a los niños, porque es una manera de facilitarles su entrada en la lengua. Pero, sobre todo, una entrada en la cadena simbólica donde ella nace.

El lenguaje existe antes del bebé nacer. Él nace, llega, gana un nombre, aprende a hablar, se va – y el idioma continúa. Es muy importante recordar: el ser humano pertenece, entra en una cadena simbólica. Y estas canciones facilitan la entrada en la cadena simbólica que es parte del patrimonio simbólico de las comunidades. Es una marca. Hay muchas culturas que marcan la cara para decir que pertenecen a ellas. El lenguaje es también una marca. En el momento en que el niño empieza a hablar, logra decir de dónde viene, aunque no lo dice literalmente. Es una forma de identificación. El idioma es un patrimonio, un patrimonio extraordinario.

La voz de una mujer es diferente de la voz de un hombre, pero los movimientos que hacen para pronunciar las palabras son los mismos y los niños tienen que aprenderlos. Esto hace con que tengan que identificarse lentamente para producir una canción, lo que implica en la incorporación de un conjunto de movimientos necesarios para producirla. Y dentro de esa canción estará contenido un conjunto de operaciones mentales que hacen parte del patrimonio de la lengua, un patrimonio cultural, simbólico, que es necesario aprender para ser parte de una comunidad.

Crecer es justamente eso, constituirse, como sujeto lingüístico de una comunidad. Y la lengua es una cuna inagotable de música, un encuentro infinito de palabras. Incluso si pudiéramos reunir todas las bibliotecas de São Paulo, Brasil y Portugal, nunca encontraríamos todas las posibilidades musicales de la lengua. De ahí el carácter infinito del encuentro de palabras. Y cada encuentro de palabras produce una canción diferente. Y por ello es maravilloso que haya una gran cantidad de literatura.

Son inagotables las posibilidades de lecturas que se pueden hacer y nunca se leerá lo suficiente para un bebé. Es importante ser consciente de ello.  No se trata de promover el conocimiento futuro de los niños, es una necesidad. Los niños son capaces de interiorizar y asimilar para incorporar ritmos y los adultos tienen que saber que esto es parte del alimento simbólico, necesario para la construcción psicológica de los niños. De ahí, la importancia de darles los ritmos de maneras muy diferentes.

Por ejemplo, las madres no pueden permanecer todo el tiempo con sus bebés, en la noche lo ponen en la cuna, y por la mañana vuelven a aparecer; lo mismo todos los días, eso tiene un ritmo que puede ser marcado por la voz, por los cariñitos … Todos son parámetros que, finalmente, se condensan en una especie de cultura musical – familiar. El bebé aprende eso. Y una vez que sucede, él empieza a organizar sus relaciones con las otras personas con base a este ritmo. Él sabe que su madre va a venir. Son dos operaciones muy complejas que todos los bebés tienen que darse cuenta en algún momento dentro de sí mismo: darse cuenta de que, incluso si su madre no está allí, ella está en otra parte; y que ella vendrá. Sin estas operaciones, él se volvería loco, angustiado. Y el bebé hace esto porque hay un ritmo, porque su madre ya se ha ido y siempre vuelve. Por eso es que cosas tan simple como el juego de «esconderse y aparecer», por ejemplo, en donde presencia y ausencia se combinan casi en una simultaneidad temporal, es una manera de advertirle culturalmente que un día ella podrá estar más lejos, más lejos, más lejos – y que tal vez un día él no la vea más.

GR – Me gustaría hacerle otra pregunta. Usted fue estudiante de Piaget. Quería saber cómo fue esa experiencia. ¿Cómo fue ese período?

EC-P – Trabajé con un tipo que se llamaba François Bresson, un amigo cercano de Piaget y yo lo conocía muy bien. En ese momento, había el Centro de Epistemología Genética en Ginebra, que daba mucha importancia, al igual que Piaget, al desarrollo cognitivo del niño.

Las etapas de desarrollo y todo lo demás. Pero Piaget luchó para integrar el lenguaje. Él decía que cuando el lenguaje llegaba, era una especie de evolución «copernicana”. Sufrió bastante porque en aquel momento era necesario distinguir el lenguaje de la lengua. La lengua es el inglés, francés, español, pero el lenguaje es una facultad específica del ser humano que tiene sus raíces en las estructuras biológicas y que ya está presente en el nacimiento.

Se puede decir que se aprende una lengua, pero no se aprende un lenguaje. El bebé ya nace armado con la facultad del lenguaje que le permitirá aprender los idiomas. Y por eso los procesos de construcción de significado están relacionados con el lenguaje. También se puede decir que el niño construye el significado desde su nacimiento, por medio de la entonación de la voz. La facultad del lenguaje se podría definir como la capacidad natural de los seres humanos en recibir la información que viene del otro, hacer un tratamiento mental y enviar un «eco». El bebé mira y da señales de que algo sucede.

Es así que se construye la sonrisa. El adulto sonríe para el bebé y el bebé sonríe. El bebé ve a alguien que no conoce – que nunca ha visto antes- le mira y le extraña. El bebé tiene una representación clara de la cara de su madre o de un familiar que él no confunde con los demás. La facultad del lenguaje es esta capacidad que los seres humanos tienen de analizar y recibir información, tratarla y darle sentido. Esto existe desde el nacimiento.

Piaget tuvo dificultades para integrar eso. Pero Piaget nos enseñó cosas maravillosas, como la observación. Participé con él de seminarios en grupos de trabajo. Era un hombre extraordinario, se lo explicaba todo por el concepto de acumulación y asimilación. Fue del campo biológico para el de la psicología. Se dio cuenta de que el organismo tiene que asimilar y que todos los procesos de acumulación también están presentes en el cuerpo. Piaget fue un hombre que escribió mucho, siempre en base a sus observaciones. Era alguien que amaba el desarrollo cognitivo del bebé.

Con el tiempo me di cuenta de que algunos conceptos, posiblemente, podrían interpretarse de otra manera, como el de la «permanencia», la percepción de que el objeto sigue existiendo aun cuando no se le ve. Piaget insistió mucho sobre el objeto psíquico, físico. Yo creo que la primera permanencia psíquica, mental, es el objeto humano, no el físico.

El bebé tiene que mostrar, construir la presencia de su madre, alguien que está allí, que él sabe que cuando está ausente, está en alguna parte, pero que vendrá. Creo que es esta forma de pensar que él luego puede transferir a los objetos. Y esto sucede rápido. Si el bebé no pudiera hacer esta operación, sería, como ya hemos dicho, muy angustiante para él. Entonces se crea un juego entre la presencia, ausencia y, poco a poco, uno llama al otro por el pensamiento.

Y el bebé tiene que hacer esta operación rápidamente. Esto también puede ser posible si la madre piensa en su bebé. Cuando ella lleva el bebé a la guardería y no se olvida de recogerlo, no lo abandona mentalmente. Ella piensa en eso todos los días, incluso cuando está lejos. Es una manera de no dejarlo. Esas cosas que parecen un poco románticas, son importantes para que su bebé también pueda construir estos procesos de jugar con la ausencia y la presencia. El bebé puede convocar al otro, incluso si él está ausente. Entonces se crea, yo diría, una especie de compañero simbólico-psíquico, que aunque esté ausente yo lo cargo de alguna forma. Y así es como se empieza a crear la autonomía psíquica. Es decir, que puedo crear sustitutos para que yo no esté completamente solo.

Así, la permanencia para mí se da primero por la construcción del objeto humano. Creo que si no se hace eso, la permanencia de otros objetos no es posible. Es una transferencia mental. El primer objeto permanente que se construye es la permanencia de un objeto al que alguien está conectado emocionalmente y sabe que él sigue existiendo aun cuando no pueden verlo.

GR – Y por ello es fundamental que la triangulación – mediador, niño y el objeto-libro – venga de la familia. Si esto sucede a partir de la familia, el resultado es totalmente diferente.

EC-P – Creo que la familia tiene un papel muy importante. Siempre pienso en tres aliados, en el orden natural: el bebé, la familia y la biblioteca. En el orden institucional: la biblioteca, la familia y el bebé. La familia es decisiva en esta historia. Y cuando descubre que al bebé le gustan los libros, ni un padre, ni una madre siquiera permanece indiferente a ello. Va a descubrir que el bebé tiene una serie de habilidades, poniendo en marcha todo este patrimonio cultural que, como adulto, aparentemente se ha olvidado, pero está latente, en un rincón de una parte no consciente. En las canciones de cuna, en las canciones, allá está todo lo que necesita ser ofrecido a los bebés.

En este proceso hay una riqueza que va más allá de la simple interacción. Cada adulto tiene en sí un bebé, la parte infantil del adulto que a menudo duerme, y necesita despertar. A veces puede estar muerta y luego termina creando una discontinuidad interna entre la parte adulta y la infantil. Es esencial despertar la parte infantil del adulto, vale la pena ponerla en marcha, y a veces, leer para un bebé, de hecho se está leyendo para un bebé que una vez tú fuiste. Esto causa un gran placer porque hay ese encuentro Y de hecho eso es muy importante. Es como decir que el bebé va a dar vida al bebé del adulto, en un intercambio.

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Evélio Cabrejo-Parra y Gabriela Romeu.

Foto del destaque: Malu y Abuelita Mari, por Bianca Fort (la madre de Malu)

Revista Emília

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